ALGUNOS CINES DE ZARAGOZA
SEGUNDA PARTE
Los cines de circuito
A destacar el cine Actualidades, sobre todo tal y como era visible hasta
1.960. En realidad la sala de proyección no ofreció jamás
ningún punto de interés y las sucesivas reformas se refirieron
siempre al aspecto exterior del cine, vestíbulo y marquesinas.
El cine Actualidades fue la apoteosis de dos colores tan irremisiblemente
bellos como el verde y el naranja. Pero ¡cielos que colores!.
La intensidad de ambos - distribuidos en el vestíbulo de forma
bien singular, paredes de verde y recubrimientos de la columna central
y techos en vivísimos naranjas con unos espejos colocados en
el techo para completar el panorama - daba al espacio una atmósfera
densa y dulzona. Una decoración tan propia de los años
40 parecía haber nacido para anunciar films de Carmen Miranda,
Xavier Cugat o albergar shows según el estilo tropical de la
época. De idéntica factura existió una sala de
fiestas en el Piccadilly Circus londinense acogida al nada dudoso nombre
de Flamingo y casualmente dedicada a espectáculos brasileños
y bananeros. El Actualidades contaba con un frontal de baldosas naranjas
de unos 30m. sobre el que se pegaban letras y carteles anunciadores
de la película. El brillo del color se veía desde el otro
lado de Independencia donde se encontraba el cine. Los colores de fachada
y vestíbulo devinieron en una suerte de proustianismo, porque
la evocación sugeridora de su intensidad, no exenta de cierta
tristeza. es visible cada vez que ambos colores de fruta madura reaparecen
ante nosotros cubriendo no importa qué forma. El cine de los
colores naif cambió de piel en 1.960. Siguiendo el desdichado
ejemplo del cine Dorado las formas que sustituyeron a las tan cromáticas
citadas supusieron un sablazo de mal gusto y una invitación al
olvido.
El cine Alhambra era casi hermano del Actualidades aun cuando su frontal
anunciador, que era de baldosa negra, no hará falta decir que
carecía de la alegría del de su colega. Un pasillo inacabable
unía la entrada desde la calle al acceso a la sala. En ese pasillo,
sin nada destacable por otra parte, existían infinidad de pequeños
escaparates puestos con la sana intención de ser alquilados por
el comercio zaragozano. Sólo Limpieza RiM había captado
la oferta y colocado unas pintorescas miniaturas en un pequeño
escaparate que reproducían, convenientemente idealizadas, las
funciones higiénicas de limpieza de locales y oficinas. Los restantes
acabaron siendo usados para anunciar por la propia empresa explotadora
del cine las películas a proyectar próximamente. Cada
Octubre las vitrinas se renovaban y se cubrían con los carteles
de las novedades que la nueva temporada cinematográfica iba a
ofrecer. Era como una lista de "Fotogramas" pero a gran tamaño
y con los colores y forma que, a través del cartel de propaganda,
personificarían el film para siempre. Algunas películas
no se estrenaban y los carteles, sucios y deteriorados, se iban quedando
meses y meses. Si la piqueta no hubiera hecho desaparecer tan histórico
pasillo podríamos tener como seguro la presencia todavía
de anuncios de films tan olvidados y tan no estrenados como "Frou-frou";
resistente al tiempo en la frigidez de su papel como un incunable que
traspasa la historia. La sala del Alhambra tenía en bajorrelieve
algo así como arabescos propios de la otra Alhambra, la granadina,
y el tejado también estaba adornado con elementos del mismo origen.
Pero una atenta visión da tan prodigioso kitsch le daba un tinte
más mudéjar que otra cosa. Y es que se podía empezar
por trasladar el espíritu del célebre monumento, pero
se acababa mirando la torre de la parroquia del Gancho. El cine Alhambra
pasó a mejor vida en 1964. Se sustituyó por un cine funcional
- el Avenida - del que bien poco hay que decir ya que no deja lugar
al pintoresquismo. Tambien se fue al carajo. Actualidades y Alhambra,
con sus pasillos y corredores, devinieron el pasaje comercial - de escaso
éxito - que los zaragozanos conocen como "El Caracol".
El cine Elíseos es una muy bella sala circular que tiene la particularidad
de haber mantenido la decoración original. Decoración
extensible a un restaurante que forma parte del mismo edificio. Se inauguró
a mitad de los 40 con un melodrama de King Vidor titulado "Stella
Dallas", y su existencia como cine ha sido verdaderamente azarosa.
Pasó de ser el cine de moda en los 40 a cine de circuito en los
50, con frecuentes temporadas dedicadas a la exhibición de westerns
y reposiciones. En 1.967 encontró su camino de salvación
dedicándose a la proyección de films de Arte y Ensayo.
Fueron los mejores años de su vida. Luego sede de la Filmoteca
y, finalmente, cine de estreno de Zaragoza Urbana. Poco recomendable,
por cierto, ya que las películas que en él se proyectan
se ven y se oyen de espantosa manera. Consecuencias del envejecimiento
de los equipos de proyección y sonido que - como en el caso del
Cervantes - jamás se renovaron. La empresa propietaria hace años
que se lo quiere quitar de encima, pero, afortunadamente, ello no parece
posible tras lo sucedido con el Fleta. Veremos lo que sucede con él
en Zaraconejos y sus impresentables representantes de la clase política.
Antes y ahora.
Porque en verdad la decoración de este cine ha sido un símbolo
de perennidad que le ha permitido sobrevivir a modas y modos. Sus mármoles
y arañas, su color ocre tan solemne y, sobre todo, los motivos
grecorromanos de la ornamentación parecían trasplantados
de algún teatro a la italiana antes que adornos para un cine.
Pero además tan suntuosos elementos no han carecido de homogeneidad
y la sala ha tenido siempre un feeling que no parecía se pudiese
conseguir con la solemnidad del entorno. El cine Elíseos tuvo
un público muy concreto hasta mediados de los 50, compuesto por
personas mayores ,casi siempre pertenecientes a la más florida
burguesía, que solían acudir muchas veces solos. La sala
deseaba un cierto estilo y el público que acudía parecía
concedérselo. Era un cine en que llamaba la atención el
silencio de los espectadores y el que no se llenara nunca, salvo en
su etapa de Arte y Ensayo. Proyectó poco cine de actualidad y
sí en cambio muchas reposiciones: Garbo, Crawford, Williams,
etc. Por supuesto sigue siendo la sala cinematográfica más
hermosa de la ciudad. Aunque soplen malos vientos para la lírica
y la cultura.
El Teatro Circo ha hecho correr mucha tinta a los cronistas de la ciudad.
La sala circular de las infinitas columnas hacía ver las películas
a los desdichados espectadores de general a través de una columnata
que por su preponderancia parecía el sueño de un Bernini
de Teatro Chino. Con ello se conseguía la sensación de
que el espectador estaba fuera del lugar donde se celebraba la película
o función. Era la gran diferencia de estar detrás o delante
de las columnas. Ni que decir tiene que el patio de butacas estaba delante
de tan temibles elementos. He ahí una forma de distanciamiento
que posiblemente desconocen los sacerdotes que ofician bajo tales fórmulas.
A pesar de ser general de grada, el anfiteatro del "coliseo de
la calle San Miguel", como se le llamaba, gozaba de buena reputación
y la moral pública no sufría los duros embates de otros
cines que luego veremos. Quizá la solemnidad de la columnata
enfriaba los ánimos y el hecho de que era 0,50 pts. más
caro que otros "generales" tradicionalmente menos comedidos.
Realmente, y a pesar de su originalidad y encanto, no era una sala para
ver cine. Por ello, entre otras razones, su desaparición no por
llorada resultó inevitable.
El cine Latino se inauguró en 1.954 - el fresco del techo databa
de 1.953 - con "El mundo en sus manos". Cine independiente
de las empresas monopolizadoras, su propietario, el farmacéutico
Rived desoyó las ofertas de las citadas y se mantuvo firme en
su idea de explotarlo por su cuenta, lo que realizó hasta 1,970.
El cine Latino era una sala de forma circular salvo la parte posterior
que se cerraba con un segmento que trató de heredar el estilo,
con todo lo que ello comporta, del cine Elíseos. Para empezar
se dedicó a las reposiciones y adecuó totalmente su programación
al público que acudía. A la vez la gente que iba era la
que sabía encontrar su propia identificación con el estilo
del local. La decoración no carecía de mármoles
y de maderas oscuras, como de lugar indicado para elegantes celebraciones.
Un telón rojo oscuro cuadraba con los bermellones y marrones
del resto de la sala. Punto aparte merecía su gran aportación
al bienestar del espectador: el perfume. Se ha señalado que el
propietario lo era también de una farmacia pero además
de una perfumería. En verdad su buen gusto en la elección
de semejante producto quedó demostrada: el aroma e desde la puerta
de la calle se podía percibir. La fragancia del cine Latino,
durante los 50, fue la magdalena proustiana de los aficionados al cine
de Zaragoza. Su recuerdo nos aviva en la memoria imágenes de
"Eva al desnudo", "Un americano en Paris" o "Mundos
opuestos".
El cine Latino tenía un público burgués compuesto
de abundantes mujeres. No ha existido otro cine en Zaragoza con tal
poder de convocatoria para el bello sexo que esta bendita sala. Las
había de todas las edades, aunque en justicia abundaban más
las cercanas a la tercera, y parecían acudir al conjuro del perfume
que llegaba a levantar pequeñas cortinillas de humo desde la
parte inferior de la pantalla y por entre las columnas, pues también
tenía columnas que enmarcaban la pantalla !faltaría más!.
Con estas premisas, las proyecciones eran de carácter fuertemente
conservador, si tal palabra puede tener algún signo diferenciador
en el mundo del espectáculo de aquellos años. Se ponían
melodramas y "altas comedias"; obras desarrolladas en ambientes
lujosos en los que se llevaba el frac como si fuera el pijama. Films
americanos de M. G, M. o de 20 Th. Century Fox constituían la
base de los programas. Cuando en 1954 la furia del cinemascope derribó
pantallas hasta de los cines más modestos, el Latino siguió
manteniendo el recuadro tradicional hasta que en 1.970 no hubo manera
de continuar tan apegados a la tradición porque el formato de
las películas proyectables ya era en alargada pantalla Las películas
de reputada qualité eran únicamente proyectadas dos días;
lunes y martes, no pasaban ya de esa frontera temporal. Así se
vieron "La perla"? "Ladrón de bicicletas",
"Encrucijada de odios" o "Julio Cesar". Los años
60 arrumbaron el estilo del Latino. Los spaghetti-western lo tomaron
por asalto. Las viejas señoras se quedaron viendo la televisión
o pasaron a mejor vida y los olores que acompañaron a ese público
añorado no eran precisamente los mismos que acompañaron
a "Pandora y el Holandés Errante".
Fine del secondo atto
Luis
Betrán Colás
y la colaboración importantísima de dos distinguidos miembros
de la Tertulia Perdiguer: Emiliano Puértolas (nadie sabe en esta
villa de cine más que él) y José
Luis Portolés, sin cuyo inigualable libro de consulta
jamás hubiese llegado a buen puerto esta Historia de algunos
cines de Zaragoza, que irá apareciendo en sucesivos capítulos
encuadrados en las temporadas anuales.
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