HABLANDO DE RETROSPECTIVAS

 

     Merece citarse porque es una demostración de sensibilidad nada corriente. Pudimos verlo yendo a la confraternización culinaria del Día del Ex Alumno (Escolapios), pues estaba allí mismo, casi pared con pared con el restaurante Umai, donde fue nuestro encuentro. Y es que la ampliación del Hotel Alfonso, que ha absorbido el antiguo Cine Coso, ha tenido el detalle de conservar las puertas originales de entrada al cine. Al ser una sala “de estreno” no era precisamente barata, y por consiguiente quizá no era muy visitada por los chavales en época colegial. Estaban más a tiro los cercanos Fuenclara, Monumental, Iris, Frontón… Personalmente sin embargo, sí que recorría con frecuencia el largo pasillo, lleno de escaparates a izquierda y derecha, Casa Crespo, Olivetti… porque estaba allí de portero, don Ambrosio Colás, un buen amigo de mi padre. Con su levita embotonada en dorado y galones a juego en pantalón y bocamangas, me recibía sonriente cada lunes por la tarde, cuando al salir del colegio para ir a casa (tenía que pasar necesariamente por la puerta, no es que fuera de propio) entraba a preguntarle siempre de forma fija: ¿Tiene prospectos? Y es que el hombre me guardaba un taquito de prospectos de los estrenos del Palafox, Rex y Coso, los tres emblemas de Zaragoza Urbana. Eran taquitos de veinte o treinta unidades, todavía con ese impecable perfil de recién traídos de imprenta, que por cierto al bueno de don Ambrosio le abultaban ciertamente el bolsillo interior izquierdo de su levita, menos mal que era hombre corpulento. Si alguna semana me descuidaba, por razones comprensibles de acumulación, me los sacaba del cajoncito de la taquillera. Muchas tardes me llevé ese tesoro, y tantas recorrí el pasillo y empujé los pomos de madera que veis en la foto. Cuando el hotel retiró andamios y vallas y pude comprobar que había respetado semejante detalle, tal vez –quién sabe- como homenaje al anterior destino del local, me alegré. Y ya entonces decidí que compartiría con vosotros en estas páginas el descubrimiento y el recuerdo. Hoy se ha cumplido tal deseo. Lo dicho: una sensibilidad nada corriente.
                                                                                                                                           

Santiago Gonzalo