60 años de El Jabato |
EL DESVÁN / Rafael Castillejo
Publicado en el suplemento "Artes & Letras" de Heraldo de Aragón
El primer número de El Jabato apareció en las tiendas y quioscos de España el 20 de octubre de 1958. Publicado por Editorial Bruguera (Barcelona), con guión de Víctor Mora y dibujos de Francisco Darnís, se entregó gratuitamente con el número 107 de El Capitán Trueno. De formato apaisado y con un tamaño de 17 x 24 centímetros, como eran en aquella época la mayoría de los tebeos de aventuras editados en nuestro país, no tardó en alcanzar gran éxito en popularidad y venta, compitiendo desde el primer día con todos los héroes de papel que cada semana nos dejaban ansiosos por conocer cómo conseguirían salir airosos del peligro anunciado en la última viñeta de cada número.Unas semanas antes de su aparición, la cúpula de Bruguera había acordado con el guionista Víctor Mora la creación de un nuevo personaje con esquemas estructurales muy parecidos a los que había dotado a su producto estrella, El Capitán Trueno, aunque situándolo en una antigua época grecorromana con amplio margen de maniobra en el que poder combinar historia y mitología. Se trataba así de aprovechar, una vez más, la fama y el éxito de películas como “Quo Vadis”, “La Túnica Sagrada” o “Ulises”.Tras aceptar Víctor Mora la propuesta, quedaba por encontrar al dibujante apropiado. El elegido sería Francisco Darnís, magnífico profesional, de un estilo clásico y detallista bastante parecido al de Miguel Ambrosio Zaragoza “Ambrós”, padre gráfico de El Capitán Trueno.A diferencia de lo ocurrido con Trueno, en cuya serie intervinieron distintos dibujantes tras la marcha de Ambrós, El Jabato llevó la firma de Francisco Darnís a lo largo de los 381 números que completaron la colección, de formato apaisado. No obstante, como solía ser habitual entonces cuando el ritmo de publicación semanal se hacía insostenible, a partir del número 34, Darnís contó con ayuda para pasar a tinta su trabajo.En cuanto a los tres principales personajes de la nueva serie, quiso el guionista (Víctor Mora) darlos a conocer desde el primer cuaderno: El Jabato se presentaba como un pacífico campesino ibero y, su inseparable amigo, Taurus, como un leñador de fuerte complexión, un coloso cuya fuente de inspiración bien pudo ser el Ursus de “Quo Vadis” y que, lógicamente, nos recordaba a Goliath, el amigo fortachón de El Capitán Trueno. Ambos personajes (Jabato y Taurus) eran esclavizados en su Iberia natal por una centuria romana y tan solo dos números después los veríamos luchar como gladiadores en el Coliseo de Roma. Curiosamente, esa misma centuria que los encadenaba iba dando escolta a Claudia, joven patricia romana, hija de un senador del que más adelante conoceríamos que había abrazado en secreto el cristianismo. En Claudia, que algo más tarde se convertiría en novia y compañera de aventuras de El Jabato, podíamos ver de nuevo la influencia de “Quo Vadis”, al recordarnos a Ligia, aquella bella romana a la que daba vida en la gran pantalla la actriz Deborah Kerr.Parte de los seguidores de El Jabato acogieron de buen grado la incorporación, algo más tarde, de un personaje cómico como Fideo de Mileto. Sin embargo, otros muchos nunca lo ubicaron dentro de la excelencia y seriedad que había caracterizado a la serie a lo largo de sus cien primeros números. Para estos últimos, las evidentes muestras de cansancio detectadas en el guión de Víctor Mora a partir del número 93, aconsejaban poner fin a la serie. Lo mismo podría decirse de El Capitán Trueno, al que puede que le sobre un tercio de lo publicado. Con ediciones mucho más cortas, quizá estas dos series serían recordadas como “pequeñas obras de arte” del tebeo español. Durante los años de más popularidad y venta de El Jabato, al igual que ocurrió con El Capitán, se publicaron aventuras paralelas en hojas interiores de revistas de humor de la casa Bruguera: “Ven y ven”; “Suplemento de Historietas de El DDT” y “Campeón” y tuvo formato de revista con “El Jabato Extra”, aunque Francisco Darnís, acertadamente, se desentendiera de esa edición. Como su hermano de padre literario, El Jabato fue reeditado ininterrumpidamente, en la mayoría de las ocasiones sin respetar el formato original y arrastrando, hasta hace poco, las viñetas torpemente mutiladas por la censura tras la puesta en marcha de la Ley de Prensa de 1966. Nadie pudo entender que, tanto tiempo después de su primera publicación, se produjera tal dislate y, además, que se realizara con carácter retroactivo. Lo único destacable de algunas de esas reediciones en formato vertical, resultaron ser las magníficas portadas dibujadas por Antonio Bernal Romero. También se vendieron libros, figuritas de plástico, banderines, recortables… y, lo más importante, fue publicado en Francia con el nombre de “Ajax”; en Grecia fue “Ayópi” y, en Bélgica, se llamó “Rex de Ontembare”.
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