Pola Cunard - La reina de los teatros ambulantes |
EL DESVÁN / Rafael Castillejo
Publicado en el suplemento "Artes & Letras" de Heraldo de Aragón
Al comienzo del otoño de 1969, decidí destinar mis ahorros y parte del primer sueldo como botones en el Banco de Aragón a hacerme un traje a medida, lo cual requería además de paciencia y tiempo suficientes para visitar al sastre las veces que hiciera falta. Sin haber cumplido aún los 17 pensé que el "esfuerzo" merecía la pena, pues iba a utilizarlo para parecer mayor y conseguir entrar en Radio Teatro, teatro ambulante de variedades que presentaba espectáculos autorizados exclusivamente para mayores de 18 años. Cualquier cosa, por ver a Pola Cunard.También conocidos como "portátiles", los teatros ambulantes solían compartir el recinto ferial con atracciones, churrerías, tómbolas y circos. Si estos últimos presumían entonces de ser el mayor espectáculo del mundo, con la revista musical española ocurría algo parecido, por lo que ambos disfrutaron hasta finales de la década de los setenta de unos años de esplendor en los que anunciar en taquilla el cartel de "Agotadas las localidades" era algo que se daba casi a diario. Pola Cunard, primero con el Teatro Chino, después con Radio Teatro (cambió más tarde su nombre por Teatro Lido) y, finalmente, con el Teatro Argentino, fue durante todo ese tiempo estrella indiscutible en aquellos recintos cubiertos de lona.Cada temporada, al finalizar su gira y hasta el comienzo de la de la siguiente, no le faltaban ofertas para actuar en teatros estables y salas de fiestas. Fue en uno de esos períodos, una noche después de su último pase en "El Molino" barcelonés, cuando Pola Cunard decidió retirarse. Corría el año 1982 y tanto de físico como de voz estaba mejor que nunca, pero los tiempos no pintaban nada bien para este tipo de espectáculos tras la desaparición de la censura en 1977, algo que no fue bien gestionado por quienes pensaron que desnudar a los artistas podía bastar para mantener el éxito logrado durante décadas a base de buenas partituras, divertidos libretos y grandes profesionales que sabían marcar el límite en la insinuación y la picardía sin caer en el mal gusto. Pero, volviendo con el estreno de mi traje, recuerdo que aquel Día del Pilar hizo mucho calor y sudé la gota gorda conforme avanzaba la larga fila para entrar en Radio Teatro. El portero, ni me miró. Al fin pude ver y escuchar a Pola Cunard (que tampoco me miró). Me pareció una artista completa. Ahora que la conozco personalmente suelo decirle que quizá no fuese consciente de que era tan esperada con su teatro ambulante, como lo era Paco Martínez Soria en el Argensola o los Hermanos Tonetti con el Atlas.
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