Los libros del tío José

EL DESVÁN / Rafael Castillejo
Publicado en el suplemento "Artes & Letras" de Heraldo de Aragón


            Cada verano, a finales de agosto, el tío José solía venir a Zaragoza a pasar unos días en casa de mis abuelos.

            Era el hermano menor de mi abuela Rosa y trabajaba en la Editorial Molino (Barcelona), la cual publicó ininterrumpidamente durante varias décadas la colección completa de Guillermo Brown. Dicha serie se componía de un total de 31 libros, editados en tapa dura de color rojo, que podían adquirirse por separado y por el orden que se quisiera, ya que mantenían siempre el mismo formato cambiando tan solo el precio en la contraportada, cuyo importe fue subiendo con el paso del tiempo.

            En cada uno de aquellos viajes, el tío José solía traerme un paquete en el que nunca faltaba algún libro del popular personaje creado por Richmal Crompton,  acompañado de otros títulos publicados por la citada editorial con aventuras escritas por Karl May, Julio Verne, Emilio Salgari, Howard Pease y tantos otros autores inmortales.

            Al principio, sin saber apenas leer, aunque agradecía enormemente el regalo, hubiese preferido que el tío José trabajara en una editorial como Bruguera, más especializada entonces en la edición y publicación de literatura infantil y juvenil con abundante ilustración en su interior. Un año le sugerí que se cambiara de empresa, lo cual debió de resultar muy del estilo de las meteduras de pata de Periquín, el popularísimo personaje radiofónico  pero, al tío José, lejos de molestarle mi ingrata sinceridad, parece ser que le hizo mucha gracia, así que no se tomó a mal mi sugerencia y siguió trayéndome cada verano el correspondiente lote de libros de la Editorial Molino. Nunca supo cuánto se lo agradecí.

            Pocos años después, coincidiendo mi expansión lectora con el genocidio de tebeos provocado por la censura llevada a cabo casi a mediados de la década de los sesenta, me vino muy bien que estuviesen esperándome, sin prisa alguna, aquellos libros de Editorial Molino. Sus autores, fallecidos hacía ya mucho tiempo, nunca podrían dedicarme un ejemplar en una feria del libro, pero todos llevaban la huella del tío José, que había dedicado  su vida a trabajar en la citada editorial.

            Debió de ser justo entonces cuando él y su familia dejaron de venir a visitarnos cada verano. Posiblemente se debiera a que aumentó su familia y la pequeña y humilde casa de mis abuelos no  tenía cabida para más personas.

 

            Mi agradecimiento a José Gregorio Marco, trabajador de Editorial Molino (Barcelona).

 

Rafael Castillejo - Zaragoza, 30 de mayo de 2019